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El club de los inquietos

El club de los inquietos

17 octubre 2012,   By ,   0 Comments

En el programa de RNE “No es un día cualquiera”, cada sábado y domingo presentan a un nuevo miembro del que llaman “El club de los inquietos”. Y es que, al fin y al cabo, sentir las cosquillas de la inquietud es un denominador común de toda persona con apetito de crecimiento y mejora insaciable, y quizá “inquieto” sea un adjetivo más preciso que el manido “emprendedor”.

De tanto usar las palabras pueden llegar a desgastarse o, lo que es peor, a devaluarse. Y es que la situación de crisis económica que vive nuestra sociedad ha provocado un efecto multiplicador en los mensajes que al emprendimiento se refieren. Prender la mecha de futuras ideas de negocio es tremendamente positivo, pero como en todo, hacerlo con medida y con tiento es clave para el acierto.

¿Todo el mundo puede emprender? ¿Es lícito envalentonar y darte alas a ti, a él, a vosotras, a todo el mundo? No hablamos de negar oportunidades ni de apagar ilusiones, pero sí de dirigir los mensajes de la manera adecuada y no empleando recetas de anuncios publicitarios de electrodomésticos de los años 50 y 60 en los que todo eran brillo, sonrisas, perfección y soluciones milagrosas.

Emprender no es una meta, no es una solución mágica. Ni es la panacea ni es una vía rápida. Emprender es un camino a largo plazo que exige optimismo, reflexión, ilusión, disciplina, esfuerzo y trabajo, trabajo y trabajo; algo que nada tiene que ver con la burbuja del emprendimiento que se está alimentando y presentando a la sociedad como la solución a todos los males.

Y el antídoto contra esa burbuja del emprendimiento es la consolidación de una auténtica cultura emprendedora, basada en dos pilares fundamentales: la educación y la comunicación. De nada servirán mensajes publicitarios, noticias en los periódicos, agendas repletas de eventos de emprendimiento, ni estrategias digitales motivadoras, si en la sociedad no ha calado el espíritu emprendedor, su significado, sus ventajas y sus exigencias, sus oportunidades y sus riesgos, sus retos y sus compromisos. Tenerlo en cuenta como una opción real que contribuye a la innovación y al progreso de la sociedad, pero que exige formación, conocimiento y grandes dosis de motivación y perseverancia. No hay que temer al emprendimiento, pero sí respetarlo.

Por otro lado, el riesgo que conlleva seguir inflando la burbuja del emprendimiento es la frustración y fracaso que se genera ante el desajuste de expectativas. ¿Por qué hay que animar a emprender sin informar? ¿Por qué prometer soluciones rápidas, sencillas y rentables? Emprender no consiste en tener una idea y lanzarse al vacío. Sin reflexión, el brillo de una idea no tardará en apagarse. Es necesario analizar, estudiar, dar mil vueltas a la idea y una más. Pep Gómez, emprendedor desde los 14 y que a sus 20 dirige su cuarta empresa, dice así “Define, identifica y construye para que tu proyecto tenga éxito”. Tres pasos que van más allá de tener una idea y emprender. Salir del plano subjetivo y abrir, compartir, comunicar y analizar esa propuesta emprendedora. Y tomar esta dirección es una cuestión de actitud, tanto como autónomo como trabajador de una empresa. Emprender-intraemprender, caras distintas de una misma moneda, dos realidades de la proactividad.

Partiendo de la base de que nos encontramos inmersos en un cambio de época, que es a su vez una época llena de cambios permanentes, emprender responde a una aceptación de la necesidad de adaptación a ese cambio, pero siempre desde la reflexión que supone una toma de decisiones importantes. Y en ese proceso (constante) de adaptación al cambio, entra en juego el umbral del esfuerzo, el nivel de autoexigencia que cada uno asuma (tanto a nivel personal como profesional).

No subestimemos el significado del verbo “emprender”, y que hacerlo sea resultado de una reflexión madura, que sea una posible respuesta a multitud de preguntas previamente realizadas, y que seguiremos una vez hayamos dado ese paso adelante.

Y si hay una constante innegable a la hora de emprender es, como en la vida misma: prueba-error, prueba-error, prueba-error, prueba-error. Desde REcomunicación entendemos que parte de la clave para afrontar el cambio de época es el desarrollo de una actitud proactiva y una capacidad de adaptación constante, para entender esa “prueba-error” como un reto, como una oportunidad. Aprender a Reinventarse, a REcomunicar y a REsponder ante las dificultades desde la innovación y la colaboración.

Y como dijo Emilio Duró en la jornada central de la IX edición de Álava Emprende: “la característica común de las personas con éxito es el nivel de optimismo”. Si realmente es un elemento diferencial para tener éxito en la vida y en los proyectos emprendedores, ¿pongámonos a ello, no? Bienvenidos al Club de los REinquietos.